martes, 22 de mayo de 2012

Relativo

El tiempo pasa lento, como un día de resaca...

La claridad del día embriaga un cuerpo cansado de tanto movimiento y de un orden donde prácticamente nadie puede extraer el caos que reina en él...

Puede que eso sea lo peor... Gritar, gritar fuerte, gritar en silencio. Gritar y no parar de gritar, esperando que alguien me pregunte si estoy gritando...

Expresarme nunca ha sido mi fuerte. Lo intenté con la música  y fracasé cual barco de papel. Lo intento escribiendo y aunque la cosa tampoco mejora, al menos me relaja y muy poca gente sabe que lo hago...

Lejos de casa en mitad de la nada, el viento traidor me acerca los recuerdos de aquello que tengo y que jamás perderé y me hace sonreir pero me recuerda el miedo de perder lo que desgraciadamente aún no tengo y me roba vilmente la sonrisa.

El sonido ensordecedor del silencio me transporta a un mundo de sueños, de conjeturas, de sis condicionales y de preguntas imposibles. Un mundo difícilmente soportable para alguien que no comparta mi locura.

Despierto de nuevo entre el habla feroz y desconocida de los que ahora son compañeros de viaje y encerrado entre toneladas de hormigón lloro, lloro en el fondo de mi alma, lloro porque grito y nadie me escucha, lloro por no estar con los que están y lloro porque los que me gustaría que estuviesen no están del todo...

Después de mucho llorar lágrimas secas decido buscar fuerzas de nuevo, y me repito que no hay nada sencillo que valga la pena. Retrocederé de nuevo para coger impulso, un impulso que me lleve lejos, un impulso que arranque de nuevo este motor oxidado, un impulso que me lleve hasta el siguiente impulso y así hasta llegar a tí...